El kéfir es un hongo muy conocido para algunos, muy poco para otros. El alimento resultante es muy parecido al yogur, ya que pertenece a la familia de los lácteos. Tiene grandes propiedades como la regulación de la flora bacteriana del intestino, lo que ayuda en el proceso digestivo.
El kéfir se elabora a partir de fermentos activos. Puedes encontrarlo en supermercados, tiendas de alimentación (físicas o virtuales)… pero también lo puedes preparar en tu casa. Cuando lo haces de esta manera, tiene un sabor completamente diferente, algo más fuerte de lo habitual.
El proceso de fermentación que sigue el kéfir es muy similar al del yogur. Entre los microorganismos presentes en este alimento se encuentran los del género Lactobacillus, Lactococcus cremoris y lactis, Leuconostoc mesenteroides y las famosas L. Casei del Actimel. La diferencia con el yogur es que éste se forma por fermentación láctica, mientras que el Kéfir lo hace por la lactoalcohólica.
Veamos en detalle sus propiedades.
Propiedades del Kéfir beneficiosas para el organismo
Contenido
Como ya se ha comentado, su principal característica es que interviene en la regeneración de la flora bacteriana. Por ello favorece la digestión, recomendable cuando tomas alimentos agresivos (por ejemplo el picante) que destruyen los microorganismos del aparato digestivo. Es muy similar a la kombucha.
He leído en otras webs que el kéfir “combate la aparición de E. coli”. Esta bacteria tiene una relación simbiótica con el ser humano. Nosotros, tenemos E. coli en nuestro organismo desempeñando funciones vitales para nuestra supervivencia. La cepa que hay en nuestro interior no es patógena.
Otro de sus principales beneficios son:
- Contribuye en la síntesis de la vitamina B.
- Algunos médicos lo recomiendan como remedio natural para la anemia.
- Evita el estreñimiento y provoca un efecto laxante.
- Algunos estudios afirman que podría reducir el colesterol
- Es un alimento saludable para mantener niveles de presión arterial en la media.
Ahora aprenderás a preparar kéfir en casa.
Cómo hacer kéfir de agua casero, ideas de recetas
La elaboración del kéfir requiere seguir unos pasos sencillos pero ordenados. Puedes ver la siguiente receta:
- Antes que nada ten a mano un recipiente de vidrio, si puede ser, que tenga la boca ancha.
- Lo primero a añadir son los nódulos confinados del kéfir. Lo puedes hacer con una gasita. Dependiendo del tamaño de la botella de vidrio, añadirás entre 2 ó 3 cucharadas.
- El siguiente ingrediente es el azúcar. Unos 50 g aproximadamente. El azúcar es la materia prima necesaria para la fermentación del kéfir. Es su fuente de carbono, que oxidará en reacciones catabólicas para obtener energía. Si aumentas la temperatura, proceso de fermentación será más rápido, pero tienes que tener cuidado, ya que si te pasas matarás a los microorganismos y no habrá producción. Al final de la fermentación, el kéfir no puede ser dulce.
- Para aromatizar y mejorar su sabor, puedes añadir un par de higos secos. También neutraliza la fermentación alcohólica.
- Jugo de limón: 2 cucharadas soperas aproximadamente (se añade al final del todo).
- Agua mineral. no puede ser del grifo ya que alteraría el proceso debido al cloro. 1 litro.
- Una vez tengas la mezcla, hay que homogeneizarla con una cuchara que no sea de metal. Puede ser de plástico, o madera. Cuando hayas removido bien, cubre la botella y deja fermentar durante un día. Recuerda que al menos una tercera parte de la botella tiene que estar vacía (con aire).
- Cuando haya pasado el tiempo, destapar, remover el kéfir de agua casero y dejar reposar otras 24 horas.
- Para que quede un kéfir más fino, cuela el líquido. Añade encontes el limón. Los nódulos sobrantes se podrán utilizar en la próxima fermentación.
¿Cómo saber si lo he elaborado correctamente? Cuando se hace kéfir casero, el sabor debe tener matices ácidos y dulces. La mejor forma de averiguarlo es comprobando que los nódulos de kéfir han crecido. Esto significa que la fermentación ha tenido lugar. Si no, probablemente el proceso no se haya llevado a cabo adecuadamente.
Puntos importantes en la preparación
Cada maestro tiene su truquillo. Nosotros te dejamos algunos consejos para que disfrutes haciendo kéfir y obtengas una mejor producción. Lo primero es conseguir un nódulo. Puedes pedírselo a un amigo o comprarlo en herbolarios.
- El kéfir en nódulos se debe almacenar a temperatura ambiente, en la oscuridad. Puedes hacerlo en un armario.
- En el kéfir de leche, recuerda que siempre tenga algo de leche para que pueda continuar su metabolismo.
- Si quieres que te salga más diluido, emplea leche desnatada; al contrario, si lo prefieres espeso, usa leche entera y déjalo reposar más de 24 horas.
- Puedes hacerlo de agua, de leche, de cabra…
- Lo que sí debes conservar en la nevera es el producto final, con los gránulos colados. Durante un tiempo máximo de 3 días.
- Puedes regalar kéfir a alguna amistad. necesitas al menos una cantidad del tamaño de una bola de malabares. También es posible su almacenamiento en congelador.
- Si te sale espeso, puedes combinarlo con unas semillas de sésamo para aportarle un sabor adicional.
¿Tiene efectos secundarios?
No tiene por qué. El kéfir es un producto inocuo como cualquier otro lácteo cuando ese prepara adecuadamente. El problema deriva de una mala conservación, donde se podrá producir malestar estomacal, diarrea o incluso vómitos… Pero son casos excepcionales y puntuales.
Si te ha gustado este artículo sobre las propiedades, beneficios y preparación del kéfir, a continuación te recomiendo que visites nuestra sección salud natural.